Para esta semana teníamos que practicar los diálogos y para ello debíamos usar a un filósofo. Pregunté a algunos colegas y en internet sobre posibles opciones. Al final me decanté por Diógenes. Decidí usar un narrador en primera persona y como experimento el tiempo verbal en presente. He intentado meter algo de humor pero no creo que esté muy conseguido. En cualquier caso espero que lo disfrutéis.

El móvil se escurre de mis manos cuando doy una cabezada y me golpea en la cara. 

—Menuda cantidad de lujos y cacharros innecesarios —dice una voz llena de desprecio desde la puerta de mi salón. 

Lo miro aún medio dormido. Es un hombre vestido con una sencilla túnica de esas que se usaban en la antigua Grecia. Tiene el pelo enmarañado y la barba poco cuidada. Sus ojos van de mí a todo lo que hay por la habitación. 

Una televisión de 50 pulgadas, un reproductor de blu-ray, una nintendo switch, una estantería cargada de libros de rol y novelas, figuras, ediciones de coleccionista de diversas películas y juegos de mesa. Cada una de las cosas que el desconocido ve está acompañada de una negación de cabeza. 

No sé porque no me siento nervioso de que haya un tipo vestido con una toga, bajo la que probablemente no lleve nada más, en mi casa. 

—No habéis aprendido nada de la austeridad con la que yo viví —Avanza por la habitación directo a una enorme figura de veinte centímetros del EVA 01— No solo tienes una casa llena de cosas inútiles sino que muchas de esas cosas son juguetes de niños. 

—No son juguetes de niños —respondo molesto— Son artículos de coleccionista. 

—Ni sé lo que es eso ni me importa —replica antes de lanzar la figura contra la cristalera del balcón— Cuantas más cosas tienes, más esclavo te vuelves. 

Corro a recoger el evangelion del suelo, se le ha salido un brazo pero tiene pinta de que podré arreglarlo sin problemas. 

—No sé quién eres, ¡pero no vuelvas a tocar mis cosas! —grito mientras me abalanzo sobre él para quitarle de la mano la figura de Asuka que estaba a punto de agarrar. 

—Soy Diógenes de Sinope, hijo adoptivo de Atenas, discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates, así que háblame con respeto. 

—¿Hablas de austeridad cuando hay un síndrome con tu nombre que consiste en acumular trastos y basura en casa?

—¿Cómo? —exclama golpeando con un puño la mesa del salón y haciendo que se caiga el pequeño árbol de Navidad que tengo sobre ella.

—Deje de romper mi casa, por favor —imploro mientras recojo las bolas que se han soltado del árbol. 

—¿Pero cómo es posible que se use mi nombre para llamar a un síndrome de acumulación de bienes? Si yo siempre abogué por despojarnos de todo para vivir una vida plena. 

Diógenes da vueltas por el salón con la cabeza baja y murmurando en un idioma que supongo que es griego. 

—Debo reconocer Diógenes que no conozco el motivo por el que este síndrome se llama así pero si quiere podemos buscarlo en Google. 

—¿Así es como llamáis ahora a los depósitos de libros?

—Podría decirse que es algo así pero sin libros físicos. 

—Cada vez entiendo menos este mundo, muchacho. 

Cuando estoy intentando explicarme mejor, siento una enorme presión en el pecho que me corta la respiración. Se me oscurece la visión mientras mis ojos se cierran. Cuando abro los ojos estoy tumbado en el sofá. Al mirar hacia delante tengo a Gala, con sus cuatro kilos y medio, sentada en mi pecho, probablemente esperando su comida. 

—Todo ha sido un sueño —digo en voz alta mientras acaricio la cabeza de Gala— Te pongo de comer y voy a buscar porque el síndrome de Diógenes lleva su nombre. 

por McAllus

Soy Isaías, conocido en redes como McAllus. Jugador de rol, wargames, juegos de mesa y videojuegos. Adoro leer y escribir.