Para el ejercicio de esta semana teníamos que empezar con la frase Nunca he creído en…, pero aquel día, cuando… Además, debíamos mezclar diálogos en estilo directo e indirecto. Creo que lo he conseguido bastante bien y arranqué alguna risa con el relato así que espero que os guste.

Nunca he creído en la magia, pero aquel día, cuando Jeremías me contó que había tenido un encuentro con un hada, seguí sin hacerlo. Mi amigo me dijo que cuando volvía el pasado sábado a su casa se perdió y entonces una criatura hermosa se le apareció.

— ¡Tenías que haberla visto! —me gritó, agitando las manos y derramando la cerveza que estaba bebiendo.— Era la criatura más hermosa que he visto nunca y moviendo su varita hizo que se iluminara el camino hacia mi casa.

Yo asentía, distraído, mientras Jeremías seguía hablando. Lo cierto es que no le presté nada de atención porque justo esa misma mañana estuve hablando con doña Romualda sobre esta historia de Jeremías.

— Ese amigo tuyo iba hecho un desastre el domingo —comentó cuando nos cruzamos en la frutería.

Continuó su historia diciéndome que los jóvenes de hoy en día no teníamos control y que siempre acabábamos borrachos como piojos cuando salíamos de fiesta. Se ve que ya no recordaba al borracho de su marido, que empezaba con el whisky con agua a las doce del mediodía.

— A lo que iba —se interrumpió a sí misma la divagación—, que cuando salí del ascensor estiré el bastón y pulsé el interruptor de la luz y me encontré al niño de Vicenta levantando la cabeza de un macetero.

Me estuvo diciendo cómo Jeremías le besó la mano libre con los labios aún llenos de vómitos y estuvo un rato diciéndole que era su hada madrina, la criatura más hermosa que había visto y unas cuantas tonterías más.

— Luego entró en el ascensor y se fue para su casa —concluyó Romualda, agitando la cabeza mientras comprobaba como de duras estaban las chirimoyas.

Me despedí rápidamente y me fui sin comprar los plátanos a por los que había venido porque no tenía ganas de escuchar más sermones. Especialmente porque yo iba igual de borracho que él, pero por suerte mi casa está en el bajo del bloque, así que mi propia hada madrina no tuvo que intervenir.

— Así que a partir de ahora puedo salir y cocerme todo lo que quiera porque ahora sé que tengo un hada madrina —concluyó Jeremías su historia.

Simplemente asentí y le pedí al camarero que me trajera una coca cola. Creo que ha llegado el momento de dejar de beber.

por McAllus

Soy Isaías, conocido en redes como McAllus. Jugador de rol, wargames, juegos de mesa y videojuegos. Adoro leer y escribir.