Carla percibió los suaves aguijones de la hierba fresca en sus pies descalzos. Una leve sonrisa apareció en su rostro mientras daba unos pasos más hasta el centro del claro. Las hojas de los árboles susurraban una hermosa canción.

Esa brisa tierna, fría, amante recorría su piel desnuda, acariciando cada una de sus curvas. Se sentía extraña desde que despertó en el hospital hacía unas horas. No recordaba nada del ataque. Al recuperar la conciencia solo tenía el deseo huir.

Levantó la mirada, como si viera el cielo por primera vez. Vio las centelleantes estrellas más hermosas que nunca como brillantes, preciosas y pálidas perlas.

Cuando sus ojos se posaron en la perfecta y redondeada Luna el corazón le empezó a latir sin control.

Carla estuvo a punto de derrumbarse cuando empezó a sufrir un dolor atroz por todo su cuerpo. Su piel se agrietó antes de caer en trozos al suelo. Debajo de las heridas solo había pelo, marrón y espeso. Y cuando pensaba que no podía sufrir más tormento, los huesos y músculos se desgarraron y crecieron. Sus uñas se alargaron y endurecieron. Su bello rostro se deformó cuando boca y nariz se estiraron para acabar formando un morro de loba.

Sus ojos mantenían la intensidad, la belleza y el color de las esmeraldas, mientras sus pupilas se rasgaban verticalmente.

Lanzó un aullido que respondieron varios seres más. Se puso a cuatro patas y corrió en busca de su manada.

por McAllus

Soy Isaías, conocido en redes como McAllus. Jugador de rol, wargames, juegos de mesa y videojuegos. Adoro leer y escribir.

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