El detective Smith meneó la cabeza lentamente mientras veía la madera llena de arañazos entre los que se podían ver claramente restos de sangre, piel y hasta un par de uñas.
Luego posó su mirada en la larga caja a la que pertenecía esa tapa de madera y no pudo evitar un escalofrío que recorrió toda su espalda. El cuerpo sin vida era de una joven no tendría más de 20 años, como su hija. Viendo el estado de sus manos y las pruebas de la tapa, estaba claro vivía cuando la enterraron.