Nunca había estado en un pantano pero aún así siempre me habían horrorizado. Un lugar oscuro y húmedo, donde cualquier paso puede hacer que acabes hundido en aguas cenagosas.
Si hubiera sabido que la cuenca Atchafalaya era un pantano jamás habría aceptado que lo visitáramos. Es cierto que Luisiana está lleno de pantanos pero George me contó que este era el más grande cuando estábamos a punto de llegar.
¿A qué marido loco se le ocurre que visitar ese pantano es ideal para una Luna de Miel? Ojalá no le hubiera aceptado que él organizara el viaje, ya que yo había tomado todas las decisiones de la boda.
Ahora estoy aquí grabando esta nota de audio que probablemente nadie encuentre porque aquí no hay cobertura y el móvil va a quedar abandonado en esta triste cabaña medio derruida cuando vengan a buscarme.
Resulta que George es el maldito líder de una secta y quería una virgen para su sacrificio. Ojalá no me hubiera reservado para el matrimonio como me ensañaron mis padres porque entonces George jamás me habría elegido.
Escucho pasos venir. Y también unos cantos extraños cada vez más alto.
¡Ia!…¡Shub-Niggurath! ¡Ia!…¡Shub-Niggurath!
Que Dios me proteja y haga que mi sufrimiento acabe esto pronto.