La tormenta se desencadenó sobre el pequeño pueblo a medio día. El cielo se oscureció por completo con unos nubarrones densos, grises y hostiles. La lluvia no tardó en seguir a los truenos. Eran afiladas dagas de agua que deseaban perforarlo todo.
La gente del pueblo comentaba que la tormenta parecía antinatural, ya que allí nunca llovía así y menos en esa época del año. Para cuando se dieron cuenta de que tenían razón ya era demasiado tarde pues los seres que se ocultaban entre los relámpagos ya estaban devorando a toda la población.