El decrépito y deforme anciano miraba los cuatro cuerpos desplomados con la cabeza dentro de sus respectivos platos de potaje. Se preguntaba que iba a hacer ahora con los cadáveres… era la primera vez en 40 años intentando envenenar aventureros que un grupo había aceptado la hospitalidad de su casa.
— Será mejor que yo me vaya al Más Allá también —dijo mientras cogía una cucharada de la olla que contenía el potaje de garbanzos envenenado.