En esta ocasión pudimos hacer dos ejercicios ya que al ser la primera clase aún no teníamos actividades para casa. El primer ejercicio fue sobre lo que he llamado en otros ejercicios palabras encadenadas. Nuestra profesora, Laura, nos va diciendo palabras con cada vez menos tiempo entre ellas y nosotros debemos usarlas para tratar de escribir algo. Algunas veces saldrán cosas coherentes y otra algo totalmente abstracto. En este ejercicio se me quedó fuera una de las palabras que dijo (colmillo). Durante el relato os marcaré en cursiva las palabras en el relato (Las palabras que nunca dije).
Por otro lado, en el segundo ejercicio recibimos una imagen al azar y a partir de ella tuvimos que escribir. Al final del segundo relato, El ritual, os dejo la foto de la imagen que me tocó a mi para que sepáis de donde vino la inspiración.
Las palabras que nunca dije
Una vez más no quisieron salir las palabras cuando debían hacerlo.
Y es que mi mente parecía enjaulada, cuando lo que debería hacer es apostar y no pensar en las posibles heridas del rechazo; si no en el roce de su cabello cuando le susurrara al oído lo que deseaba decirle.
Pero volví a quedar congelado y guardando en un cajón todos mis sentimientos. Dejándome de nuevo al borde de un abismo gris
El ritual
Había elegido aquella noche de cielo despejado y luna llena para ir al cementerio porque no necesitaría llevar luz y podría hacer el ritual, que aquel anciano le había enseñado, sin riesgo de ser visto.
Preparó todos los ingredientes encima de la tumba de su hermana en la posición exacta: el cráneo de gato al norte, las plumas de cuervo al este, el corazón fresco de un niños al oeste y en el centro un girasol recién cortado.
Entonó las palabras que había memorizado y los materiales se consumieron en una rápida llamarada, que esperaba nadie hubiera visto.
Estuvo un rato esperando sin que pasara nada, hasta que de pronto de la tierra, impulsada por una fuerza antinatural, surgió la figura putrefacta de su hermana que se abalanzó hambrienta sobre él.