Primero de todo, mis disculpas por llegar con este relato un día tarde pero ayer la vida me devoró y eso que la idea del relato la tenía bastante clara. Para esta segunda entrada del Escritober 2024 me he ido de la fantasía medieval a algo más moderno.
Muñecos de trapo
El teniente paseaba entre los cadetes que estaban a punto de convertirse en soldados. Pronto serían enviados al frente. Los miró orgullosos, eran una buena promoción a pesar de que cada vez tenían menos tiempo de formación.
— Habéis demostrado vuestra valía este mes y medio — les dijo parándose delante de todo el pelotón — Me gustaría que hubiéramos podido entrenar un poco más pero necesitamos todos los soldados posibles en el frente.
Observó a cada uno a los ojos antes de continuar.
— Norteamérica ha caído por completo, México ha logrado parar la expansión gracias a las modernas e infranqueables barreras defensivas que los propios estadounidenses colocaron.
Miró al cielo cuando una nube cubrió el sol.
— Aquí en Europa nos sentíamos a salvo, sin embargo, la lucha ha llegado hasta nosotros – volvió a mirar a los cadetes — Por suerte, ya conocemos al enemigo y hemos podido reaccionar a tiempo.
Los reservistas miraron a su superior. Pudo ver en ellos toda clase de miradas: miedo, esperanza, deseo de luchar, resignación. No podía acusarles de experimentar ninguna de esas emociones.
— Debéis recordar que los infectados no desarrollan ningún síntoma hasta que ya es tarde — golpeó con el puño derecho la palma abierta de la otra mano — Recordad que los animales les detectan así que llevad siempre al menos un perro por escuadra. Los gatos callejeros también os alertarán si estáis atentos.
El oficial comenzó a pasear entre los futuros soldados mientras seguía hablando.
— Una vez el huésped comienza a transformarse tenéis solo unos segundos desde que comienzan los estertores que romperán algunas de sus articulaciones antes de entrelazarlas con los filamentos que crea el parásito.
El instructor se puse de nuevo delante del pelotón.

— Comenzarán a moverse de forma errática y balanceando brazos y cabeza como si estuvieran rellenos de paja — dio un paso al frente acercándose rápido al grupo — Pero no os equivoquéis, si se os acercan os engancharán y pasaréis, irremediablemente, a ser parte del enemigo.
El teniente dio un par de pasos atrás.
— Disparad sin piedad. Destrozadles las extremidades. Que esos malditos Muñecos de Trapo no tengan la menor oportunidad.
Hizo un saludo militar.
— Que la suerte os acompañe. ¡Rompan filas!
