Toda mi vida estuvo siempre ligada al teatro. Empecé acompañando a mi madre, una limpiadora, yo andaba jugando entre bastidores mientras ella trabajaba. Cuando tuve edad suficiente empecé a ayudarla. Cuando ella se jubiló me quedé su trabajo en exclusiva.
Nunca supe leer bien por lo que nunca me planteé siquiera la posibilidad de intentar ser actor. Sin embargo, muchas veces salía de figurante… En ocasiones incluso con alguna frase puesto que me sabía todas las obra de memoria.
Cuando fui demasiado mayor para limpiar y ayudar con la fuerza bruta, empecé a trabajar en la taquilla. Y fue allí donde la muerte me encontró. Fue un infarto fulminante así que no sufrí. Todas las obras de la siguiente semana fueron en mi memoria.
Así que si mi vida estuvo ligada al teatro, ¿por qué no iba a estarlo mi muerte? Ahora vago como un fantasma guardián entre estas paredes. Y, de vez en cuando, susurro a un actor que ha olvidado su línea lo que debe decir.
¡VIVA EL TEATRO!