Esta semana de nuevo teníamos un relato de escritura automática con palabras aleatorias que nos va diciendo la profesora. Como siempre os marco las palabras en el relato en cursiva y negrita.

A todos nos gusta jugar un partido al fútbol en gravedad cero cuando el tiempo y las obligaciones nos dan un respiro. Y es que en la vieja estación espacial, de antes de las guerras de unificación coloniales, te encontrabas en problemas en cada esquina.
Aquel día por suerte tuve un turno tranquilo y pude salir a mi hora. Tras salir de mi puesto miré la brújula que indicaba la fase de rotación en que se encontraba la base.
Me dirigí hacia el salón común y el recién pintado verde chillón de las paredes casi me dejó ciego. ¿Quién carajo había elegido ese color? ¿Y cómo pintaban antes de los turnos de comida?. Con razón el camarero llevaba un máscara que filtraba el aire viciado del comedor.
Pedí rápido una barrita nutritiva y una burbuja de la nueva bebida energética que había llegado en el cargamento de la semana pasada. Esa maldita bebida me tenía hechizado. Me tomaba al día el máximo que mi crédito de comedor me permitía.
Me dirigí flotando hacia la pista de juego y pude escuchar el eco del partido que ya estaba en marcha. Mi rotación en la estación terminaba en un mes y aunque volvería a mi planeta en otoño, mi estación favorita, iba a echar de menos la libertad de flotar por los pasillos y los partidos con mis compañeros.