La imagen es un póster con un fondo blanco. En la parte superior, varias nubes de color azul claro flotan en el cielo. Entre y alrededor de estas nubes, hay muchos libros abiertos de tapas claras que parecen volar o levitar, evocando la idea de la imaginación y las ideas volando. En el centro de la imagen, en letras grandes y cursivas de color verde azulado, se lee 'Taller de escritura creativa'. Debajo, en letras más pequeñas y negras, se indica 'Coordina: Laura Santiago Díaz'. También hay un libro abierto en la esquina inferior izquierda, reforzando el tema de la lectura y la escritura.

Esta semana debíamos escribir algo que homenajease a William Faulkner. En este caso de las diferentes cosas que él usaba yo decidí optar por la narración en primera persona (y por tanto con algo de monólogo interior) junto con saltos temporales durante la narración (uno muy obvio y directo en este fragmento que os cuento aquí pero habrá otra clase de saltos en lo que tengo planificado).

En cuanto a elección del relato es una historia que hace tiempo quiero escribir, un homenaje a los souls en cierta manera. Daré pistas con el entorno, los encuentros de la prota y las conversaciones con secundarios misteriosos, pero al final el trasfondo más profundo lo tendréis que montar vosotros (y aunque yo lo tengo todo perfectamente definido creo que haré como Miyazaki y no os confirmaré ni desmentiré nada).

La idea es que sea un relato largo (o quizás novela muy corta) en un mundo en decadencia donde la protagonista no sabe porque está allí, aunque su destino sea ser alguien crucial para el destino del lugar (no es un destripe de la historia pues esta empieza, como veréis ahora, por el final). Me gustaría poder continuarlo pronto pero a saber cuando puedo hacerlo (necesito hacer un poquito de mapeado de la zona del continente donde ocurre la acción para no cagarla). Comentadme si os gusta y le doy prioridad en la cola de proyectos abiertos (que ahora mismo son cuatro entre los que voy saltando)

La puerta del crisol

Me levanto despacio y dolorida. A mi lado yace el último guardián, aquel que fue mi guía en este duro viaje, Sir Eliar. Ha sido un digno rival. Arranco con las manos temblorosas la lanza con la que di el golpe final.

Sacudo mi brazo izquierdo y el destrozado brazal de mi armadura cae al suelo. El ambiente aún huele a metal y piedra quemada, los vellos de mi brazo desnudo y la nuca siguen erizados. Contemplo la veintena de peldaños carmesíes que me separan de mi destino. Emprendo la subida. Cada paso es una punzada en las rodillas, un chirriar de mis magulladas costillas, una bocanada de aire que no tengo.

Cuando llego al ancho rellano, construido con el mismo material que la escalera, veo la Puerta del Crisol. Es una herida dorada, luminosa y ardiente en el mármol. Siento el calor desde aquí. Avanzo despacio, con temor y reverencia: al otro lado me aguarda Dios.

—Detente, Alice —dice una voz suave y dulce que conozco bien.

Me giro hacia Jessabelle. Está vestida con su largo y vaporoso vestido blanco, siempre inmaculado a pesar de la suciedad que impregna cada lugar de estas tierras malditas. Su rostro casi de adolescente me crea una fuerte disonancia con su cuerpo de mujer madura desde la primera vez que la vi.

—¿Estás segura de que eres digna de cruzar? —pregunta, acercándose.

—He superado todas las pruebas de la Senda, ¿por qué no iba a serlo?

—¿Y si no lo eres? ¿Puedes permitirte ofender a un Dios?

—La pregunta correcta debería ser, ¿puede Él permitirse rechazarme?

Jessabelle sonríe y me ofrece un frasco con un líquido rojizo en su interior. Lo agarro y bebo sin dudar. La mayor parte de mis dolores desaparecen casi al instante.

—Siéntate a mi lado —señala dos taburetes que no estaban allí hace un momento—. Cuéntame tu historia desde el principio para que juzgue si puedes traspasar el umbral

—¿Incluso las partes donde tú apareces? —le replico con un tono de desprecio mayor del que me hubiera gustado, no se lo merece.

—Sí, esas especialmente —dice sonriendo y sentándose.

Le devuelvo la sonrisa de forma automática y me siento frente a ella.

—Espero que no tengas prisa, el camino ha sido largo.

Ella asiente con su mirada fija en mí.

*****

I
Despertar

Desperté con todo el cuerpo gritando de dolor. El olor nauseabundo de la muerte me abrazó como un amante. Me levanté muy despacio, oyendo el crujir de lo que había bajos mis pies con cada uno de mis lentos y pesados movimientos. Abrí los ojos y estaba rodeada de oscuridad, pude apreciar los minerales iridiscentes que florecían en las estalagmitas y estalactitas de la gigantesca cueva.

Cuando mis ojos se terminaron de acostumbrar a la penumbra vi que todo lo que cubría el suelo a mi alrededor no eran ramas o madera, eran decenas o quizás incluso cientos de cuerpos en diferentes estados de descomposición. Estaba horrorizada y no era capaz de recordar cómo había llegado hasta ese lugar.

[……]

por McAllus

Soy Isaías, conocido en redes como McAllus. Jugador de rol, juegos de mesa y videojuegos. Adoro leer y escribir.