La imagen es un póster con un fondo blanco. En la parte superior, varias nubes de color azul claro flotan en el cielo. Entre y alrededor de estas nubes, hay muchos libros abiertos de tapas claras que parecen volar o levitar, evocando la idea de la imaginación y las ideas volando. En el centro de la imagen, en letras grandes y cursivas de color verde azulado, se lee 'Taller de escritura creativa'. Debajo, en letras más pequeñas y negras, se indica 'Coordina: Laura Santiago Díaz'. También hay un libro abierto en la esquina inferior izquierda, reforzando el tema de la lectura y la escritura.

En la última clase del taller de escritura de Librería Luces nuestra profesora nos dio a cada uno una tarjeta con una combinación de personaje, emoción, espacio y tiempo para que escribiéramos un microrrelato. Pero como se nos hizo tarde en lugar de escribirlo en clase, nos pasamos fotos de las tarjetas por el grupo del curso y nos llevamos siete tareas para el verano. Aquí va una de ellas.

Banco reservado

En la plaza del pueblo había un banco perfecto. Un asiento donde la luz del sol daba en invierno y permanecía a la sombra todo el verano. Era un banco que los domingos por la tarde pertenecía a las tres mujeres más mayores del pueblo: Bernarda, Eustaquia y Romualda.

Bernarda estaba ciega pero aún así siempre era la primera en llegar. Sus dos amigas llegaban juntas algo más tarde. Vivían juntas en pecado, como solía decirles Bernarda. Las tres reían juntas esa particular broma que les hacía desde que enviudaron y, por fin, salieron del armario.

Aquella tarde Bernarda había llegado más pronto de lo habitual y dirigió sus pensamientos al pasado. Cuando era una joven lozana y hermosa, que tenía que quitarse a los pretendientes de encima. Sonrió al acordarse de su Ricardo, el único hombre al que amó, aunque sus padres le obligaron a casarse con el bastardo de Don Miguel.

Ese tipejo le sacaba veinte años y siempre estaba de viaje con sus negocios. Era un hombre violento y borracho lo que la llevó a seguir viéndose con Ricardo en secreto. Tuvo siete hijos, ninguno de su marido. De esa manera fue medio feliz muchos años, hasta que Miguel volvió antes de tiempo de un viaje y los descubrió.

Su marido cogió una escopeta y les disparó. Ricardo sufrió una fea herida pero le quedaron fuerzas para desarmar al anciano. Lo empujó, cayó al suelo y se partió el cuello. Ella corrió hacia su amante que murió en sus brazos.

Bernarda contó que Ricardo asaltó la casa y Miguel murió defendiéndola. Nunca una mentira le había dolido tanto, ni siquiera el dolor de cada uno de sus partos… E incluso más que el dolor del infarto que sufrió aquella tranquila tarde de verano.

  • Personaje: Una anciana ciega
  • Emoción: Nostalgia
  • Lugar: Un banco de una plaza
  • Tiempo: Tarde de domingo

por McAllus

Soy Isaías, conocido en redes como McAllus. Jugador de rol, juegos de mesa y videojuegos. Adoro leer y escribir.

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