Querida hermana,

Te escribo estas letras desde mi habitación en el Lechón Sabroso, una posada bastante aceptable en Altdorf.

Probablemente tú recuerdes mejor estas calles pues cuando nuestros padres dejaron la capital Imperial tú ya eras casi una señorita. Yo tengo escasos recuerdos, pero una cosa que sí estoy seguro de que no ocurría en nuestros tiempos es la cantidad de pobreza que se ve por sus calles hoy en día.

Imagino que te habrá sorprendido esta misiva. Me ha entrado nostalgia por la familia al volver a pisar la ciudad tras tantos años.

Y tengo la sensación de que voy a partir a un destino peligroso del que tal vez no vuelva en mucho tiempo, si es que vuelvo. Y no quería dejar pasar la oportunidad de hacerte saber que sigo pensando en ti y en nuestros difuntos padres, a pesar de que no haya ido a verte desde que te desposaste.

Manchas de tinta

Aunque para ti va todo seguido, lo cierto es que la primera mitad de esta carta la escribí dos días antes de lo que estoy escribiendo ahora. Se me hizo tarde mientras te escribía la carta y tuve que partir corriendo a la Catedral de Sigmar donde me esperaban para una importante reunión.

Jamás hubiera imaginado lo que me esperaba, no sé si a Middenheim habrán llegado las noticias de la Ciudad de los Condenados, Mordheim, pero parece ser que hay cada vez más actividad en esta ciudad ruinosa.

Si bien, yo había oído que mutantes y adoradores de demonios se ocultaban en ese lugar parece ser que es todo mucho peor. Hay muchas bandas de toda clase de lugares que luchan por las riquezas que aún siguen ocultas en las ruinas de la enorme ciudad.

Pero eso no es lo peor, lo más inquietante es que hay una piedra con terribles poderes malignos que están usando para traficar incluso bandas de mercenarios de nuestras propias ciudades. Y he recibido el honor de encabezar una de las compañías de leales servidores de Sigmar que van a ir a purificar con fuego y fe este infecto lugar.

Me han presentado a los que van a estar a mis órdenes y viéndolos creo que tenemos posibilidades de triunfar ante el mutante, los traidores y las razas inferiores que se atrevan a cruzarse en nuestro camino.

Foto de mi banda de cazadores de brujas sin pintar

Por un lado, me acompañarán dos antiguos vigilantes de caminos, Arnold y Meik. Ambos han servido toda su carrera juntos con sus sabuesos Tyson y Spike. Estoy muy seguro de que sus habilidades como rastreadores y cazadores nos vendrán muy bien.

Como representante oficial de la Iglesia viene el Sacerdote Guerrero Samuel Schulhoff y te vas a quedar de piedra. Viene también como miembro de la orden la hermana pequeña del sacerdote, Ángela. Me ha sorprendido que una pareja de hermanos haya acabado sirviendo a Sigmar en la sagrada orden de los Templarios.

Samuel me comentó que dos fanáticos flagelantes vendrán con nosotros pues asegura que necesitaremos la fe ciega de gente como Per y Fietje.

Dos zelotes recién llegados a la orden, Elías y Sam cierran la comitiva. Espero que aprendan rápido porque son muy jóvenes y según me ha contado Samuel solo han recibido entrenamiento básico en el ejército imperial, sin entrar jamás en batalla.

Partimos mañana mismo para Mordheim. Pagaré a un mensajero independiente para que te haga llegar esta carta porque te he contado en esta carta más de lo que debería y sé que la orden no lo aprobaría.

Quizás debería haberla tirado como estuve a punto de tirarla, por eso verás está un poco estropeada. Pero he decidido que si no te vuelvo a ver sepas que mis días han acabado como fiel servidor de Sigmar y que si regreso de la Ciudad Maldita lo primero que haré es ir a verte a ti y a tu familia.

Y una última cosa por tu propia seguridad no compartas el contenido de esta carta con nadie quémala en cuanto termines de leerla.

Siempre te llevo en el corazón,

Emerich Wurfelm.