Con esta serie de entradas de diario voy a ir contando la campaña de 50 brazas que estoy jugando. Voy a publicarla en forma de entradas de trozos del diario escritos por mi personaje, Catalina. Se supone que son trozos recuperados tras finalizar sus aventuras. Quizás estropeados por el viento o perdidos en un naufragio… quien sabe. Voy a escribir una entrada por sesión más o menos. Y, por supuesto, contiene spoilers de la campaña de 50 brazas así que si crees que te la van a dirigir no sigas leyendo.
Ha pasado una semana desde que una tormenta repentina apareció de forma antinatural sobre El Valiente. A pesar de todos nuestros esfuerzos, las fuerzas incontrolables de la naturaleza nos destrozaron. Caí al agua mientras veía cómo el galeón se partía en dos. Perdí la conciencia casi al instante.
Cuando desperté me encontraba en una costa desconocida y no había rastro ni del naufragio ni de ningún otro miembro de la tripulación. Me dirigí tierra adentro y tuve la fortuna de encontrar un puerto llamado Bahía Tiburón. Era un antro de perversión para piratas. Fue como sentirme en casa.
No tardé mucho en descubrir que aquello no formaba parte del Imperio Español, ni siquiera formaba parte del mundo donde nací. Me explicaron que aquel mundo se conoce con el nombre de las Mil Islas y que hace muchos años que llegan personas como yo provenientes de la Tierra y no solo de mi época sino de siglos anteriores y posteriores.
******
Han pasado semanas desde que escribí la última entrada. En este tiempo he pensado que esto era mi particular infierno por haber sido una corsaria sin escrúpulos a las órdenes de mi padre. Pero voy conociendo a otros españoles e incluso a algunos perros ingleses, y comprendo que probablemente estamos atrapados en otro mundo como los locales me dijeron.
Me he unido a un barco llamado Rebecca que, a pesar de estar capitaneado por un inglés, ha resultado ser un barco fiable y con una tripulación muy competente.
La cantidad de seres que parecen cruces de humanos y peces no deja de sorprenderme. Aunque aún me sorprendió más la existencia de los masaquani, que parecen muy humanos pero con colores de piel y pelo de lo más llamativo. He hecho buenas migas con un miembro de esa raza llamado Grik Granadier. Su tonalidad de piel es bastante similar a la mía pero su pelo es de un rojo muy alejado de los que tendría cualquier humano.
Es un hombre preocupado por seguir perfeccionando sus habilidades marciales y envuelto en alguna clase de conflicto con un poderoso almirante inglés llamado Drake. Congeniamos bien dado nuestra común animadversión contra los ingleses. Él pone el músculo y yo el carisma y la capacidad de controlar a los tripulantes. Estoy segura de que pronto tendremos nuestro propio barco.
******
He vuelto a descuidar el diario pero la verdad es que en los últimos meses no hemos parado de traficar y piratear a bordo del Rebecca.
La tripulación ha ido variando debido a trifulcas en tabernas, bajas en abordajes o incluso alguna rencilla en el propio barco, como cuando George «un ojo» intentó tocarme y su único ojo acabó en la punta de mi daga. Grik se encargó de que tanto George como dos bellacos que intentaron ayudarle acabaran en el fondo del mar. El capitán Jonas se enfadó bastante pero unas cuantas palabras zalameras hicieron que nos perdonara.
Hace solo cuatro días que estuvimos en Bahía Bandido donde reclutamos a dos nuevos tripulantes: un kraken, Atriosiep, y un masaquani, Edwise Erinar. Parece que son amigos desde hace un tiempo. No he podido sacarles mucho porque Atriosiep es bastante borde mientras que Edwise se muestra receloso con los humanos.
Quien sí ha logrado que Edwise le cuente alguna cosa es Grik. Parece ser que un barco inglés saqueó el hogar de Edwise llevándose una importante reliquia y matando a su hermana. Ha jurado encontrar a esos piratas, vengar a su hermana y recuperar la reliquia.
Al conocer su odio por los ingleses, he decidido que mientras nos dirigimos a Kiera voy a lograr que forme parte de la asociación que formamos Grik y yo… Y supongo que tocará admitir en ella al calamar dado que es su amigo.
Mientras escribo estas líneas veo cómo el cielo se va cubriendo de nubes cada vez más negras y no puedo evitar sentir un escalofrío al recordar el día, hace ya casi un año, en que se hundió el Valiente y yo acabé aquí. Tengo que alejar estos pensamientos funestos de la cabeza pero las costas de Torath-Ka no ayudan a expulsarlos. Será mejor que me ponga a trabajar en algo para distraerme.
Continuará