La verdad es que he llegado a este jueves agotado y no terminaba de salirme nada aceptable. He intentado hasta tres relatos de toques oscuros/terror pero no me ha salido nada potable. Al final esto es lo único que no me ha dado asco de lo que ha salido así que esto es lo que he publicado. Eso sí, no descarto que volvamos a este personaje en otra ocasión ya fuera del reto.
Desde que era niña he escuchado ruidos que nadie más oía. Intenté que nadie supiera de mi secreto pero a veces los sonidos se volvían tan intensos que no podía actuar con normalidad.
Cuando cumplí los 12 años me escapé con una caravana que necesitaba una nueva cocinera porque la gente ya me había tachado como extraña. Pasamos por una pequeña ciudad que tenía un templo de monjes de la orden del puño paciente. Les hablé y me permitieron unirme a su comunidad.
Durante los siguientes años aprendí meditación y autocontrol. También me ensañaron a defenderme en combate sin armas. Gracias a la meditación aprendí a controlar lo que oía y descubrí que no era ruido lo que oía, sino susurros de mis encarnaciones anteriores que intentaban darme consejos sobre las situaciones a las que me enfrentaba.
En el momento en que comulgué con ellos, ya no me susurraran libremente. Solo acudían a mí la voz o voces de mis anteriores yoes con algo para aportar ante las situaciones que les pedía. También comencé a acceder a recuerdos y habilidades de los que vivieron antes que yo.
Así fue como descubría mi auténtica naturaleza: soy una eterna. Un espíritu que se enriquece y vuelve más poderoso con cada encarnación vivida. Hablé con los miembros más ancianos y sabios del templo y creen que no debo permanecer allí, sino que debo partir para ayudar al mundo con todo el conocimiento y poder que hay en mi interior.
He recogido mis escasas pertenencias y puesto un pie en un camino que no sé adónde me llevará. Solo sé que quiero ayudar a los necesitados y adquirir conocimientos que pueda legar a mi próxima encarnación.